Siempre he intentado dar ejemplo cuando he liderado.
Nunca he tratado de motivar hablando, ya que los hechos son más
importantes. Una imagen vale más que mil de palabras, por eso me he
esforzado en dar una imagen de trabajo duro y disciplina. Si quien está
liderando no trabaja duro, ¿por qué habrían de hacerlo quienes le
siguen?
Un líder se tiene que ganar ese título. No se es un líder por ser el mejor jugador del equipo o la persona más inteligente o
popular de la empresa. Además, nadie te puede dar ese título, sino que
has de ganar el respeto de los demás a través de tus acciones. Tienes
que ser consistente en tu actitud hacia el trabajo, ya sea entrenar al
baloncesto, ser un vendedor o relacionarte con tu familia. Es esencial
que quienes están a tu alrededor sepan qué esperar de ti y confíen en
que tu rendimiento será constante y consistente, partido tras partido,
especialmente en momentos como este, en momento de crisis.
Al
final, tanto los jugadores como los entrenadores pueden decir aquello
que se les pase por la cabeza, pero si no lo respaldan con rendimiento y
trabajo duro, lo que digan no significará nada. La calidad debe existir
en todo lo que haga, en la pista o fuera de ella, en el despacho o
fuera de él. Un líder no puede dar excusas y ha de saber transferir sus habilidades y motivación a cualquier entorno, siendo capaz de sacrificar los objetivos personales por el bien del equipo. Un líder ya
ha conseguido éxitos en el pasado, no tiene miedo de arriesgarse y
dirigir a otros en ese camino, y está dispuesto a defender aquello en lo
que cree y mantener sus convicciones. Cada casa, cada empresa, cada entorno necesita de alguien que lo lidere.
Michael J. Jordan

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